La duda surge. ¿Existen las lovemarks españolas? Esas marcas con las que todos nos iriamos a cenar si fueran personas, con las que intentamos compartir mucho, las que siempre queremos que estén a nuestro lado, las que te hacen sentir seguro, las que te encanta mostrar, las que te enamoran,... Claramente a muchos se les viene a la cabeza Zara pero en el momento de tener que enunciar una segunda no hay respuesta. Y eso que las marcas españolas se han hecho más fuertes pero no logran que "surga el amor" con los clientes.
Teléfonica, BBVA, BSCH son sólo tres ejemplos de marcas españolas consolidadas a nivel mundial, especialmente en Latinoamérica y que en los últimos años han crecido muy rápido. Pero no las elegimos porque atraigan o gusten. Las elegimos mirando el bolsillo y la calidad del servicio. Nunca se piensa en un contrato de Movistar por los valores de la marca sino por el servicio, tarifas y facilidades que ofrece.
Chupa-Chups en cierto modo enamora pero por el producto ya que no trata, al menos en España, de transmitir una imagen. Se ha convertido en un producto de consumo habitual pero que se puede sustituir por cualquier otra chucheria. Pero hay un sentimiento hacia este producto porque son casi tres generaciones las que han crecido con ella. Lo mismo que las galletas María o el Cola-Cao, productos y marcas que se consumen más por costumbre que por devoción. Pero realmente, no existen productos españoles irremplazables como el IPod, las zapatillas Converse o Coca-Cola. Marcas con productos asequibles que si no están presentes, las cosas ya no son iguales porque falta algo.
No debe ser fácil pero tampoco tiene que ser imposible crear una marca española que gane a la gente. Ir más allá del consumo de productos por tradición. Poder decir: "está es mi marca". No moverse por inercia.
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